Tic... tac... tic... tac... Castigo y penitencia. Los párpados pesan, el cuerpo se relaja, la mente gira y gira en su noria de preocupaciones. Monstruo invencible: ni la lectura, ni las tisanas, ni los masajes pueden con él. Se filtra entre las grietas del muro que hace tiempo empecé a levantar. Es leve como el humo, denso como los sueños de los que no podemos escapar. Contar ovejas, inútil. Podría contar rebaños enteros sin siquiera bostezar. Los minutos van pasando, y se hacen horas. Los primeros rayos de luz asoman entre las láminas entreabiertas de la persiana. Otro día sin dormir. Otra noche malgastada.
1 comentari:
una altra nit acompanyant tots i cadascun dels tics tacs del rellotge.
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